sábado, 3 de noviembre de 2012

Flor del Amanecer


Con cariño para Sandra, Pilar, Pablo, Italia, Kiawtletl, Marcos, Consuelo, Gilberto, Brisa, Melany y todos mis amigos, la lista es larga.



 "Uchilobus" y "Rosa Espiral"
Acuarelas de Pedro Sacristán 2011
enmarcadas con hoja de plata.


Desde 2008 siento una gran fascinación por el descubrimiento de América, en especial por el choque de dos culturas del cual provenimos los mexicanos, la España del Renacimiento y el Imperio Mexica; cada una con su propia cosmovisión: para los europeos el mundo era un plano sostenido por elefantes y tortugas gigantes, en cuyos bordes escurrían los mares hacia un abismo lleno de monstruos que devoraban los barcos y los navegantes; para los indígenas era más bien una masa de serpientes entretejidas, un "cuadro en medio de las aguas" (Anáhuac) la espalda rugosa de un monstruo de cuyo cuerpo estaba formado el universo, que además se dividía en "cuatro rumbos" y el centro, del cual partían trece cielos hacia arriba y hacia abajo, nueve niveles del inframundo.
El descubrimiento de un continente a fines del siglo XV cambió para siempre la historia de la humanidad y es un evento que supera cualquier relato de ciencia ficción; solo basta con imaginar tres frágiles carabelas cruzando "el mar tenebroso" (así se le llamaba a los mares desconocidos) con sus tripulantes medio muertos de hambre y aún más, del miedo de sus propias fantasías.
Entonces el mundo dejó de ser un plano inverosímil y una masa monstruosa de serpientes, para convertirse en la más bella esfera azul suspendida en el universo, cubierta de viento y de nubes, viva y radiante bajo los rayos dorados del sol.




"Uchilobus"
Acuarela
Pedro N. Sacristán
2011.


  
Mis pensamientos se centran en la primera visión que tuvieron los españoles de Tenochtitlán ( la antigua Ciudad de México) construida en medio de una laguna, unida a tierra por sus calzadas, cuyas calles eran canales que la gente transitaba en canoas, con un imponente centro ceremonial donde se alzaba el templo gemelo dedicado al dios del sol y al dios de la lluvia, con el estruendo de los tambores y el sonido de la caracola, todo rodeado de verdes chinampas abrazadas por las raices de los sauces donde cultivaban maíz, frijol, chía, calabaza, etc. y al fondo, al oriente, dos majestuosos volcanes "El Popocatépetl" y "El Iztaccíhuatl".
Ellos pensaron que estaban soñando...




"Rosa Espiral"
Acuarela
Pedro N. Sacristán
2011.



En Marzo - Abril de 2011 realicé estas acuarelas que simbolizan la unión de dos mundos, para ello me inspiré en la lectura de "El Curso del Sol" un estudio maravilloso de Constanza Vega Sosa que fue publicado en el libro Estudios de Cultura Náhuatl vol. 17 UNAM 1984 donde explica los significados de los diferentes tipos de espirales y grecas en los trabajos de cerámica prehispánicos; hubo un símbolo que me impactó mucho "la media flor multipétala en espiral" que ella interpreta como el sol naciente y el sol poniente, cuando solo se ve una parte del astro sobre el horizonte y la espiral que está en el centro de la flor representa el movimiento solar en la eclíptica heliacal.
En lo personal considero este símbolo como uno de los más hermosos e incluso me atrevo a decir que es muy poético, tomando en cuenta la importancia que tenía el culto al dios solar en el México Antiguo, no dejo de asombrarme de que tanto pueda decirse con un simple gesto, una línea, una espiral y las ondulaciones que simulan los pétalos de una flor. 
No pude evitar la identificación de la flor solar con el Cristo Helios, una imagen de mosaico de inicios del siglo IV en el techo de la necrópolis preconstantiniana bajo la Basílica de San Pedro, donde se ve un Cristo glorioso que guía el carro del sol rodeado de hermosas vides; asimismo lo he relacionado con la unión espiritual de la que trata San Juan de la Cruz en su libro La Noche Oscura del Espíritu donde precisamente Dios (el Amado del alma) es el amanecer al final de la noche más oscura.
"Uchilobus" y "Rosa Espiral" forman parte de la serie de acuarelas que intitulé Fantasía Mexicana.



"Uchilobus" (detalle)
Acuarela
Pedro N. Sacristán
2011.



Los mexicas consideraban que el colibrí era la forma corporal de Huitzilopochtli su dios patrono, dios del sol y de la guerra.
Huitzilopochtli significa: colibrí siniestro, colibrí zurdo ó colibrí del sur; precisamente por esto se halla del lado izquierdo de la composición y del lado derecho la media flor multipétala en espiral, que en este caso representa el cristianismo (desde el punto de vista de la inculturación) "Uchilobus" o "Uchilobos" era el nombre que dieron los españoles a Huitzilopochtli.
La unión del símbolo espiritual prehispánico y la denominación utilizada por los españoles respresenta a México y es la síntesis de la espiritualidad mexicana, pasada y presente.
El colibrí también era un símbolo de resurrección entre los mexicas; se consideraba que aquellos guerreros que morían luchando valerosamente, acompañaban al sol en su camino a través del cielo y volvían a la vida como colibríes.



"Rosa Espiral" (detalle)
Acuarela
Pedro N. Sacristán
2011.



Estilización de la media flor multipétala en espiral símbolo del amanecer y del ocaso; representación gráfica de la identidad espiritual mexicana, suma del símbolo cristiano de la rosa y el símbolo solar prehispánico, síntesis espiritual del Nuevo y el Viejo Mundo.
 

La rosa: símbolo cristiano que representa la Pasión de Cristo, la Virgen María, los mártires cristianos y el paraíso.


La media flor multipétala en espiral: símbolo prehispánico que se interpreta como el amanecer y el crepúsculo, cuya espiral describe el movimiento solar a través de la eclíptica "camino heliacal".

He interpretado este símbolo como metáfora de la vida, muerte y resurrección de Jesucristo, y a la vez como síntesis gráfica del Misterio Pascual desde el punto de vista de la inculturación, que consiste en la reinterpretación de símbolos antiguos en un contexto cristiano, tal como ocurre en la imagen de Nuestra Señora de Guadalupe.
La espiral en el centro de la rosa simboliza la eternidad.






Como mexicano veo con tristeza la arbitrariedad de mis paisanos que asumen "la visión de los vencidos" y ven a los conquistadores españoles como lo peor de lo peor, de igual manera me parece reprobable menospreciar nuestras raices prehispánicas; es preciso entender que el mexicano actual no es ni  totalmente indígena, ni español, sino la suma de ambos; y que en su sangre habita el Macehual merecido por la sangre de los dioses, guerrero de voluntad indomable, mago, poeta, amante que se dejó cautivar por la Flor y Canto de esta tierra y cuyos ancestros levantaron una de las ciudades más hermosas de todos los tiempos en medio de una laguna y también, heredero del exquisito idioma español, de la obra de Cervantes y el teatro del siglo de oro, del arte y la ciencia del Viejo Mundo, de aquellos hombres que navegaron con pericia hacia un mundo desconocido y trajeron con ellos al Verbo.



"El Amado de mi alma es flor del amanecer"


Pedro N. Sacristán
Artista Plástico





*Estas acuarelas fueron publicadas como Viñetas en Gaceta Cariátide Brevedades Literarias Año 2 Num 3 Verano 2011.

3 comentarios:

  1. Me encanto Pedro ! Gracias por la dedicadoria personal ! Un abrazo amigo querido !

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  2. Me gusta mucho tu expliacaci+on primo!!!
    gracias!

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  3. Muchas gracias amigo!, :) El arte trascende... y tu haces arte

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