viernes, 14 de junio de 2019

Rey del Viento





"Rey del Viento"
Dibujo a tinta con plumilla y pincel sobre papel fabriano 200 gr. 
Medidas:70 x 60 cm. Pedro Sacristán © 2019.



El Rey del Viento obtiene su nombre del paralelo entre el pasaje de La Tempestad calmada (Mc 4, 35 - 41, Mt 8, 23 - 27 y Lc 8, 22 - 25) y el atotolin, pelícano blanco considerado rey de las aves acuáticas, conocido también como corazón de agua; en la mitología prehispánica se pensaba que podía llamar al viento para controlar las agitaciones del agua y que podía transitar entre el nivel celeste y el inframundo.

“En aquel día les dijo, llegada ya la tarde: Pasemos al otro lado. Y despidiendo a la muchedumbre, le llevaron según estaba en la barca, acompañado de otras. Se levantó un fuerte vendaval, y las olas se echaban sobre la barca, de suerte que ésta estaba ya para llenarse.
Él estaba en la popa durmiendo sobre un cabezal. Le despertaron y le dijeron: Maestro, ¿no te da cuidado de que perezcamos? Y despertando, mandó al viento y dijo al mar: Calla, enmudece. Y se aquietó el viento y se hizo completa calma. Les dijo: ¿Por qué sois tan tímidos? ¿Aún no tenéis fe? Y sobrecogidos de gran temor, se decían unos a otros: ¿Quién será éste, que hasta el viento y el mar le obedecen?” San Marcos 4, 35 - 41.




Sagrado Corazón - detalle.



Con un total de 14 figuras, la composición sintetiza símbolos de la iconografía cristiana y guadalupana en un lenguaje inculturado. Las figuras centrales se hallan dentro de una flor cuadrilobulada, un quincunce, que representa los cuatro rumbos del universo (oriente, norte, sur y poniente) y el centro, es decir, se trata de un cosmograma, un modelo en miniatura del universo. También se hallan presentes los elementos: fuego, en el Sagrado Corazón, viento, que puede observarse en las nubes del fondo y en las dos espirales que forman tormentas en los extremos, agua, el mar, y tierra, el nido y la costa que se ve a lo lejos.




Ángel - detalle.



La creencia del pelícano que se hiere el pecho con el pico para alimentar a sus polluelos, con su propia sangre, proviene directamente de los bestiarios medievales y fue adoptado como símbolo cristiano de la eucaristía. 

“Yo soy el pan de vida; vuestros padres comieron el maná en el desierto y murieron. Este es el pan que baja del cielo, para que el que lo coma no muera. Yo soy el pan vivo bajado del cielo; si alguno come de este pan, vivirá para siempre, y el pan que yo le daré es mi carne, vida del mundo.
Disputaban entre sí los judíos, diciendo: ¿Cómo puede éste darnos a comer su carne? Jesús les dijo: en verdad, en verdad os digo que, si no coméis la carne del Hijo del hombre y no bebéis su sangre, no tendréis vida en vosotros. El que come mi carne y bebe mi sangre tiene la vida eterna y yo le resucitaré el último día. Porque mi carne es verdadera comida y mi sangre es verdadera bebida. El que come mi carne y bebe mi sangre está en mí y yo en él. Así como me envió mi Padre vivo, y vivo yo por mi Padre, así también el que me come vivirá por mí. Este es el pan bajado del cielo; no como el pan que comieron los padres y murieron; el que come este pan vivirá para siempre. Esto lo dijo enseñando en una sinagoga de Cafarnaúm” San Juan 6, 48 - 59.

El pelícano cubre a sus polluelos con las alas mientras los alimenta y las olas rompen en su espalda; el mar representa la muerte y la adversidad, para las culturas mesoamericanas el ámbito acuático es la entrada al inframundo.

“Él te librará de la red del cazador y de la peste exterminadora; te cubrirá con sus plumas, hallarás seguro bajo sus alas, y su fidelidad te será escudo y adarga.
No tendrás que temer los espantos nocturnos, ni las saetas que vuelan de día, ni la pestilencia que vaga en las tinieblas, ni la mortandad que devasta en pleno día.” Salmos 91, 3 - 6.




Jazmín de cuatro pétalos - detalle.



El Sagrado Corazón ocupa el lugar central, donde convergen el espacio y el  tiempo, el cielo, la tierra y el inframundo. 

“Y, acercándose Jesús, les dijo: Me ha sido dado todo poder en el cielo y en la tierra” San Mateo 28, 18.

“No temas, yo soy el primero y el último, el viviente, que fui muerto y ahora vivo por los siglos de los siglos, y tengo las llaves de la muerte y del infierno” Apocalipsis 1, 18. 

“Ved que viene en las nubes del cielo, y todo ojo le verá, y cuantos le traspasaron; y se lamentarán  todas las tribus de la tierra. Sí, amén. Yo soy el alfa y la omega, dice el Señor Dios;  el que es, el que era, el que viene, el Todopoderoso.” Apocalipsis 1, 7 - 8.




León - detalle.



En las cuatro esquinas del dibujo están los tetramorfos que simbolizan a los Evangelios: el ángel - San Mateo, el león - San Marcos, el toro - San Lucas y el águila - San Juan, de acuerdo a las visiones del profeta Ezequiel (1, 1 - 28 y 10, 1 - 22) y el libro del Apocalipsis 4.

“Al instante fui arrebatado en espíritu, y vi un trono colocado en medio del cielo, y sobre el trono, uno sentado. El que estaba sentado parecía semejante a la piedra de jaspe y a la sardónice, y el arco iris que rodeaba el trono parecía semejante a una esmeralda. Alrededor del trono vi otros veinticuatro tronos, y sobre los tronos estaban sentados veinticuatro ancianos, vestidos de vestiduras blancas  y con coronas de oro sobre sus cabezas. Salían del trono relámpagos, y voces, y truenos, y siete lámparas de fuego ardían delante del trono, que eran los siete espíritus de Dios.  Delante del trono había como un mar de vidrio semejante al cristal y en medio del trono y en rededor de él, cuatro vivientes llenos de ojos por delante y por detrás. El primer viviente era semejante a un león; el segundo viviente, semejante a un toro; el tercero tenía semblante como de hombre, y el cuarto era semejante a un águila voladora.
Los cuatro vivientes tenían cada uno de ellos seis alas, y todos en torno y por dentro estaban llenos de ojos, y no se daban reposo día y noche, diciendo: Santo, Santo, Santo es el Señor Dios, el que era, el que es y el que viene. Siempre que los vivientes daban gloria, honor y acción de gracias al que está sentado en el trono, que vive por los siglos de los siglos, los veinticuatro ancianos caían delante del que está sentado en el trono, y se postraban ante el que vive por los siglos de los siglos, y arrojaban sus coronas delante del trono, diciendo: Digno eres, Señor, Dios nuestro, de recibir la gloria, el honor y el poder, porque tú creaste todas las cosas y por tu voluntad existen y fueron creadas.” Apocalipsis 4, 2 -11.





Rosa - detalle.





Nardo - detalle.



En el centro del margen superior hay un jazmín de cuatro pétalos (philadelphus mexicanus) esta flor se encuentra en el arabesco del vestido de la Virgen de Guadalupe justo a la altura de su vientre y es la única en su tipo. El jazmín ha sido identificado como la flor solar que señala la presencia divina en el vientre de la Virgen, a su vez es un cosmograma y corresponde con la fecha nahui - ollin (4 movimientos) fecha que marca el fin del quinto sol. Así mismo, la traza de la Ciudad de México sigue la forma del jazmín o quincunce.




Toro - detalle.



En la parte central del margen derecho hay una rosa sin espinas que representa a la Virgen María, Rosa Mística, concebida sin pecado.
La rosa también es símbolo del paraíso (donde crecen rosas sin espinas) el amor sagrado y los mártires (por el color rojo que evoca la sangre derramada)
Del otro lado, en el centro del margen izquierdo, hay un nardo que es atributo de San José; la rama florida, símbolo de pureza que indica que el santo fue elegido para desposar a la Virgen María.




Águila - detalle.



En el margen inferior, justo debajo del nido, hay un coral rojo, símbolo de la pasión de Jesucristo; representa el agua y la sangre que brotó de su costado herido por una lanza romana.

“Los judíos, como era el día de la Parasceve, para que no quedasen los cuerpos en la cruz el día sábado, por ser día grande aquel sábado, rogaron a Pilato que les rompiesen las piernas y los quitasen. Vinieron pues, los soldados y rompieron las piernas al primero y al otro que estaba crucificado con El, pero llegando a Jesús, como le vieron ya muerto, no le rompieron las piernas, sino que uno de los soldados le atravesó con su lanza el costado, y al instante salió sangre y agua. El que lo vio da testimonio, y su testimonio es verdadero; él sabe que dice verdad para que vosotros creáis; porque esto sucedió para que se cumpliese la Escritura “No romperéis ni uno de sus huesos” y otra escritura dice también: “Mirarán  al que traspasaron”” San Juan 19, 31 - 37.

Biblia Nácar - Colunga 
Biblioteca de Autores Cristianos.




Coral - detalle.



Pedro Sacristán
Artista Plástico