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Venus - dibujo a lápiz de Pedro Sacristán |
Soñé que comía tierra y pequeñas piedras, su sabor era muy claro en mi boca, no pude tragarlas y tuve que escupir un lodo espeso y con consistencia de barro o arena mojada que, resbalaba despacio por mi boca e iba cobrando forma, entonces la vi, era la figura de Venus. Los que la vieron alababan mi obra, pero yo sabía que ella se había formado en mí por su propia voluntad y el sabor de la roca permaneció en mi lengua hasta despertar.
En la oscura catedral de mis pensamientos yacía el cuerpo destrozado del unicornio, sus cuatro colores sagrados se tornaron en ceniza y, bajo la luz mortecina del ocaso, fue Venus quien le trajo a la vida. El sonido de su voz conmovió la selva azul, el bosque antiguo y el triste mausoleo; cada espacio vacío, cada roca desgastada por los siglos, todo parecía distinto. El eco de sus palabras ya era carne, crin y cuerno de doble espiral.
Es bueno prestar atención y confiar, si uno es buen observador tal vez un día Venus pase caminando al lado suyo.
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